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domingo, 18 de septiembre de 2011

La basura blanca en "Una mujer en África". Claire Denis. 2009


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 AVISO: SI NO HAS VISTO LA PELÍCULA Y HAS PENSADO HACERLO: ¡¡STOP!! TE ACONSEJO QUE NO SIGAS LEYENDO.

El título de esta película en español, como pasa con muchos otros, no tiene que ver con el original, “White material” que, por lo visto, es una forma peyorativa que utilizan los indígenas africanos para llamar a los productos de los colonizadores blancos y, supongo, a ellos mismos también. Se podría traducir literalmente por “material blanco”, pero tiene más el sentido de “basura”, “desecho” o “residuo”, si bien “carne” también podría servir. A veces no se comprende bien la razón por la que la productora o distribuidora de una película, o quienquiera que sea que se encargue de traducir los títulos, opta por traicionar el original, sobre todo si es tan significativo como éste, aunque siempre habrá por detrás intereses comerciales, claro está. En este caso parece bastante evidente el deseo de relacionarla con un éxito de taquilla como “Memorias de África”, donde también hay una valiente cultivadora de café. Pero claro, no podían llamarla “Memorias de África II” porque hubiera resultado demasiado descarado, teniendo en cuenta, además, que la visión de África que se nos ofrece en ambos filmes es muy distinta.

domingo, 4 de septiembre de 2011

"El perfecto anfitrión" o los efectos del vino tinto cabezón

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AVISO PARA NAVEGANTES: SI NO HAS VISTO LA PELÍCULA Y TIENES INTENCIÓN DE HACERLO, NO SIGAS LEYENDO PORQUE SE DESVELARÁ LA TRAMA.

Me bajé esta película porque pensé que el título, “El perfecto anfitrión”, aludía a una comedia amable, optimista y simpática, que es lo que me apetecía ver. Pero no, me equivocaba totalmente. Es una cinta de suspense y terror psicológicos (lo de terror es mucho decir), en su mayor parte, aunque el autor ha intentado mezclar también otros géneros, por lo cual comienza con unas escenas de acción y violencia y termina con una trama policial de cine negro, añadiéndole a todo ciertas dosis de ironía y humor, aunque tampoco es que haya logrado hacerme esbozar una sonrisa.

Lo que el director y también guionista se ha propuesto en este filme es, ante todo, soprender cada ciertos períodos de metraje. Y a eso ha sacrificado todo lo demás, sobre todo la verosimilitud del relato, que se va perdiendo hasta caer muerta. Como ya sabemos, cuando se hace referencia a la verosimilitud en una obra de ficción no es en comparación con su cercanía o no a la realidad, sino que tiene que ver con su coherencia interna dentro de su propio marco de significación. Tomemos un ejemplo: “North by Northwest” (“Con la muerte en los talones”) de Hitchcock no es una obra realista ni creíble, ni muchísimo menos. Sin embargo, aunque lo sabemos, nos tragamos todo lo que nos cuenta y salimos tan contentos del cine después de haber pasado un rato bien entretenido. Y eso es debido precisamente a que mantiene una congruencia interna impecable. He ahí una de las magias del creador, la de hacer verosímil lo absurdo. Nick Tomnay, autor de “El perfecto anfitrión” no la posee.